Otoño e invierno son ideales: hay mayor disponibilidad de agenda, menos demoras por clima y la piscina estará lista para usar en verano.
En promedio, entre 4 y 6 semanas, dependiendo de la complejidad del diseño, la climatología y el terreno.
Conviene orientarla hacia el norte para aprovechar el sol la mayor parte del día, evitando zonas con demasiada sombra de árboles o construcciones.
La instalación de bombas de calor o paneles solares extiende el uso de la piscina permitiendo mantener el agua a temperatura agradable. Si buscas usar la piscina todo el año tu mejor aliado es la calefacción a gas.
Sí, como todo equipo. Es importante una revisión anual para garantizar rendimiento y evitar fallas.
El pH (entre 7,2 y 7,6), el nivel de cloro y la alcalinidad. Estos valores aseguran agua segura y evitan corrosión o incrustaciones.
Depende del uso y la suciedad acumulada, pero cada 1 a 2 semanas es importante realizar el retrolavado. Mantener el filtro limpio es clave para un agua cristalina.
Manteniendo el filtrado diario, dosificando cloro correctamente y realizando limpiezas de fondo periódicas.
Cercos perimetrales, bordes antideslizantes, cubiertas y supervisión constante si hay niños o mascotas.
Evitar golpes fuertes, usar productos de limpieza recomendados y mantener los parámetros del agua en niveles correctos.
Sí, algunos requieren limpieza más frecuente o productos específicos. Siempre conviene seguir las recomendaciones del fabricante.
Permite controlar filtrado, iluminación y climatización desde un celular, optimizando el consumo y mejorando la experiencia de uso.
Sí, porque consume menos energía, tiene mayor vida útil y permite crear efectos de luz decorativos.
Limpieza a fondo, revisión de bombas y filtros, ajuste químico del agua y verificación de la seguridad perimetral.
Cubrirla, mantener un filtrado reducido y el agua tratada para evitar problemas estructurales o de suciedad acumulada.